Estar a la vanguardia de los sectores marginados es un desafío que pocos alientan. Más aún en un país donde la intolerancia se fomenta desde las esferas de poder y por quienes dicen representar a la sociedad en su conjunto.
En este ámbito caldeado es una audacia síquica y física vislumbrar el crecimiento de una sociedad progresista.